¿Serranos "mojigatos"? Elaboré esta teoría, después de leer un documento del siglo XVII
- Reconstruyendo el pasado
- 12 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 ene 2022

Una de mis actividades favoritas es la pesquisa en archivos y en estos días de confinamiento -gracias a la tecnología- he podido acceder al Archivo de Indias, el cual puntualizaría como uno de los acervos de mayor valor para la humanidad, ya que aquí se tutelan documentos de más de cinco siglos de antigüedad y porque reviste de forma significativa la tarea de indagación en torno a la historiografía hispanoamericana.
Ayer me topé con un documento fechado en 1664 y remitido por el Rey, al Presidente y Oidores de la ciudad de “San Francisco en la provincia de Quito”. En este se alude a dos erupciones volcánicas que acaecieron en 1660 y 1662 a “tres leguas” de distancia hacia el sur de esta villa; la segunda generó fuertes temblores que causaron “daños, ruinas de templos y casas, pérdida de ganado y esterilidad en las tierras”. Por este motivo, el Rey ordenó la organización de “procesiones, rogativas y sacrificios” y la “templanza se había experimentado” alegando en todo esto “el favor de la Virgen Santísima”.

Sin embargo, la situación se tornó compleja de nuevo, por lo cual el fin de esta misiva era solicitar que se continúen con las romerías. Finalmente, el monarca quien se autoproclama como tal “por mandado del Rey Nuestro Señor” exhortó a que se procure evitar “pecados públicos y que la Justicia sea administrada con la igualdad y la rectitud que conviene para que con esto obliguemos a su divinísima Majestad que nos continúe sus favores”.
Lo interesante de aplicar la hermenéutica a este tipo de documentaciones es la posibilidad de esclarecimiento sobre diversos puntos, yendo desde los meramente históricos hasta los de tipo cultural y social. En este sentido he de subrayar en primer lugar la mentalidad mítica ante el fenómeno natural y como la carencia de avances científicos vinculaba la calma del volcán a la intersección de la madre de Cristo.
La descripción hecha en el documento y el análisis de otras fuentes, me permitieron concluir que era el Guagua Pichincha que estaba en proceso eruptivo y los que pudimos observar su última explosión en 1999, sabemos que su modus operandi son distintos estallidos de diferente magnitud, en un lapso de varios años. Es por eso que durante 1663 después de las manifestaciones cultuales se mostró tranquilo, lo que condujo a suspender las procesiones pero un año después se reactivó y se evidenció la necesidad de retomar las romerías para apaciguar la furia del coloso andino.

Otro de los puntos que despertaron mi interés es el hecho que el Rey se autodefine como tal por designio divino, un interesante juego de palabras que analizado desde la semántica apela a una cuestión psicológica, para imprimir en las mentes de sus súbditos -las cuales por el contexto histórico estaban condicionadas por la religión y la consideraban una verdad absoluta- la idea de que Dios fue quien le designó, invalidando así cualquier otra posibilidad.
Pero sin duda, lo que más catapultó mi atención fue la instrucción de evitar “pecados públicos”, como si la Virgen -quien según el dogma cristiano es omnipotente- iba a pasar desapercibidos los actos impuros cometidos en el ámbito privado; quizás esta expresión es propia de la época para referirse en general a mantener la moral. Sin embargo, he decido decantarme por su significado literal y analizar bajo el prisma de esta frase una característica propia de la idiosincrasia ecuatoriana.
Es común que a la gente de la sierra se nos catalogue de mojigatos mientras que los costeños carecen de esta fama; quizás ese modus essendi propio de los serranos, hunde sus raíces en época virreinal y específicamente en esta promulga. Así en la zona del litoral desprovista de volcanes y la cual durante la etapa de presencia ibérica no se vio mayormente afectada por desastres naturales, existió mayor laxitud respecto a la ejecución de romerías y por ende no se fraguó en su mentalidad la idea de “pecar” de forma discreta.

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